Debates electorales TV (3): el desfile de la pluralidad.
Pero todo discurrió muy lineal, de pasarela, de desfile uno a uno. Yo esperaba una especie de ‘menage á sept’ dialéctico y me encontré con jolgorios onanistas. Se evitó el cuerpo a cuerpo, y sólo se produjeron esporádicas y breves enganchadas. La secuencia de monólogos engulló el diálogo. Creo que la estructura del debate, similar a la consensuada para la contienda entre Zapatero y Rajoy, fue en este caso mucho más inadecuada.
El desfile de opiniones discurrió por cauces predecibles: la coyuntura económica, la política social, las pensiones, la emigración, la seguridad, las infraestructuras…Obviamente, algunos contertulios se afanaron por llevar el agua a sus respectivos territorios.
Hubo higiene verbal y escasas salidas de tono, lo cual fue de agradecer tras visto y oído lo que ocurrió entre Zapatero y Rajoy. En cambio, imperó el tedio, que, como es natural en horas nocturnas, sólo pudo eyacular sopor. En mi caso, al menos, tuve que hacer muchos esfuerzos para no dormirme.
He de reconocer, con todo mi respeto y aprecio hacia los insulares canarios, que el representante de Coalición Canaria me dejaba K.O cada vez que intervenía. Creo que la voz de Canarias se tiene que oír y escuchar, pero no como lo hizo el Sr Bañolas, leyendo taciturno un rosario de quejas y reivindicaciones que concernían casi exclusivamente al archipiélago canario.
Entre cabezada y cabezada escuché a Josu Erkoreka, parlamentario del PNV y creí estar soñando. En la mayoría de sus intervenciones tuvo visión de Estado, desbordando las fronteras Euskadi, con planteamientos y propuestas que afectan a todos. Hizo de Imaz más que de Egibar, quizás agradecido por la defensa que, por la mañana en Luxemburgo, ante el Tribunal de la UE, hizo la abogacía del Estado a favor del Concierto Económico en el litigio sobre fiscalidad empresarial que Euskadi mantiene con Comunidades Autónomas limítrofes. He de reconocer que no me disgustó, salvo en su alegato final.
Los nacionalistas catalanes, Jordi Jané (CIU) y Joan Ridao (ERC), fueron los más bulliciosos y por ello espantaron más veces mi sopor. Hicieron más profesión de nacionalismo que Erkoreka, aunque menos que Bañolas. ¿Cuándo aclararemos, por fin, la cuestión de las balanzas fiscales regionales y si Cataluña padece, o no, tanto déficit fiscal como claman? Ayer, desde luego, nadie nos lo aclaró. Por otra parte, creí percibir que al Sr. Jané le producen urticaria los impuestos, y que al beligerante Sr. Ridao le irrita la idea de que la lengua valenciana sea independiente de la catalana.
Entre mis fugaces atenciones a la pantalla, aprecié la participación de Monserrat Muñoz, única fémina en la mesa. Aun contando con la moderadora, Ana Blanco, el debate incumplió la ley de igualdad de género. Quizás por ello, la representante de IU abundó en reclamaciones pro derechos de la mujer. Fue la participante que más abogó por las causas sociales y la solidaridad interregional, aunque tuve la impresión de que su ejercicio de abogacía rezumaba cierto ‘pensamiento fácil’. Por su verbo, moderado y fluido, me recordó a Cristina Almeida.
Respecto a los otros dos participantes en el debate, el Sr. Jáuregui (PSOE) y Sr. González Pons, sólo diré que el primero me pareció un clon de Zapatero, mientras que el segundo, aun declarándose devoto de Rajoy, se pareció más a Piqué o a Gallardón. En general, creo que la dialéctica del representante del PP (no ya el contenido de sus mensajes) fue mejor que la del socialista, y desde luego mucho más pulcra e incisiva que la que esgrimió su jefe en el debate con Zapatero.