Brexit: No hay mal que por bien no venga

Brexit: No hay mal que por bien no venga

“Britain First” es lo que han votado mayoritariamente los británicos. El Reino Unido ha decidido divorciarse de la Unión Europea (UE). Este  divorcio  suscitará tristezas y alegrías según filias y fobias. Los eurófilos  se condolerán y los eurófobos  se congratularán. En las islas británicas un 48,1% de ciudadanos ya lo lamentan. En el continente europeo, aunque hay virulentas corrientes fóbicas en algunos países por distintos motivos, creo que en general predominará la pesadumbre por perder a uno de sus miembros más importantes. Lo que sí lamentará la Humanidad, en su camino hacia un mundo mejor y más solidario,  es que la motivación del Brexit haya sido un nacionalismo excluyente, el rechazo al extranjero por temor a que “nos roben lo nuestro”.

 Mucho se ha debatido sobre las ventajas y desventajas (políticas, económicas y sociales) del Brexit para todos, británicos y no británicos; sobre quiénes ganarán y quienes perderán o si perderán todos,  y sobre qué, cuándo y cómo  ganarán quienes ganen y perderán quienes pierdan. Pero del tribunal de las palabras hemos pasado ya al tribunal de los hechos. Si la prueba de exquisitez de un pastel consiste en comerlo, los británicos ya lo han ingerido y nos han obligado a los demás a hacerlo. A partir  de ahora, comprobaremos si nos gusta o no y cómo nos afecta. Para esto no habrá que esperar hasta dos años, tiempo mínimo que se fija en el art. 50 del  Tratado de la UE para iniciar formalmente el divorcio, pues las expectativas operan inmediatamente. Lo hemos observado ya hoy en los mercados financieros. El futuro no parece radiante.

Pero “no hay mal que por bien no venga”. El Brexit supone la autoexclusión del país miembro más incómodo dentro de la UE, el que más obstáculos ha puesto al proceso de integración europea; su ausencia hará más fácil el logro de acuerdos. Por otra parte, pondrá a prueba la solidez de la UE,  creándose oportunidades para refundarla, o al menos, para subsanar deficiencias que minan su atractivo para muchos ciudadanos europeos. Además, en el caso de España, la experiencia independentista británica nos servirá para dilucidar el grado de complejidad, el tipo de dificultades y las consecuencias que pueden depararnos procesos de divorcio político similares. Pienso en los movimientos sociales y partidos políticos que defienden el  “Euskadi First” y el “Catalunya First”. El Brexit nos puede iluminar sobre ello a quienes todavía no somos ni estamos suficientemente iluminados.

 

Categories: Europa, Política

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