Si otras veces la voz del pueblo, o mejor dicho, las voces de los distintos pueblos que conforman el actual Estado español han resultado ambiguas, esta vez han sido mucho más claras. Al menos así las escucho yo.
En Euskalherria ha sido elocuente el silencio de ETA. Enmudecidas las armas, han hablado solo los votos. Y estos sugieren que sin violencia el nacionalismo gana. El éxito de Amaiur revela la castración democrática que ha supuesto para la izquierda abertzale su connivencia con ETA.
En Catalunya los votos han contradicho las protestas por los recortes de gasto de la Generalitat. La coalición CIU ha remontado electoralmente a lomos del sacrificio social que está imponiendo. El pueblo catalán parece creer en el milagro de la “austeridad creativa”.
Con facundia (excepto en Sevilla) se han expresado los ciudadanos en el resto del Estado español al votar por el Partido Popular. Y es que la crisis económica ha facilitado mucho esta azulada expresión electoral. Como se sabe, azul es el color del PP. Aunque tener facundia no significa “ser caradura”, como erróneamente creyó el portavoz de este partido, Sr. Pons, en un intento de afear a Rubalcaba en la precampaña, me atrevo a plagiarle (al amparo del buen humor del que supongo goza ahora) diciendo que desde ayer una facunda España tiene abrumadora “cara azul”.
La rosa socialista, como se esperaba, se ha marchitado en casi todas partes. Este otoño, coincidiendo con la caída de las hojas, el PSOE ha perdido estruendosamente más de cuatro millones de pétalos. Pero, según dicen, el partido socialista ya ha convocado a su primavera.
Sonora ha sido la escalada de votos a favor Izquierda Unida. En IU han convergido las protestas de muchos defraudados por el PSOE y las voces de indignados 15 M. Once indómitos contrapuntos rojos (diputados) para tanto repunte azul.
Y atronador ha sido el ascenso de UPYD, a pesar de la ley D’Hont. Mucho Madrid (¿y madridismo?) en su quinteto de diputados.
Finalmente, ¿qué decir de Equo? Que ha sido más susurro que viento. Todavía están verdes. Una pena.