«Alea iacta est»: Zorte on, Lehendakari
No sé si el nuevo Gobierno vasco, con un lehendakari socialista, es o no es un hito importante en la historia de Euskadi. Quizás lo sepamos con certeza dentro de algunos años, cuando tengamos más perspectiva para valorar estos hechos, no sea que lo que muchos, con comprensible impaciencia, consideran un jalón histórico, un rocoso monumento al cambio, no llegue a ser más que un efímero par de piedras que, por estar mal colocadas o más juntas que unidas, se derrumban ante la ventosa política española.
Pero hablando de historia, Patxi López con su Gobierno y aliados, me hace evocar a Julio César y su ejército atravesando el río Rubicón, a la conquista de Roma. El general romano rezó en el oratorio de la duda, a orillas del río, reflexionando sobre la conveniencia y el éxito de tomar tal decisión. De ahí su célebre amén, “La suerte está echada”, con que clausuró sus oraciones. Confío en que el líder del PSE también haya dudado antes de cruzar su especial Rubicón, a la conquista de un País Vasco en paz y con una sociedad democrática y justa disfrutando de una economía regenerada, objetivos estos que desgranan la solemne promesa que acaba de proclamar en Gernika. Quiero creer que con su fórmula de “prometer” ha sido un buen estratega, abjurando de la certeza y haciendo guiños a la suerte. Porque, de lo contrario, ¿cómo desearle que ésta le sea favorable?
Zorte on, Lehendakari. Lo digo de corazón, aunque no pueda decirlo con la cabeza. De estar presente en Gernika, el día de su promesa, le habría aplaudido por sus buenas intenciones, pero sin poder evitar al mismo tiempo la frialdad de mis expectativas sobre su cumplimiento. Ya escribí en este blog que veo negra la suerte de un Gobierno socialista apoyado sólo en la porosa lealtad del PP, en promesas de concordia vasca por parte de quien tan fieramente le incordia en España.
Evoco, de nuevo, a Julio Cesar, su suerte final, la conjura que acabó con su vida, la traición de sus aliados en el Senado, la puñalada de su amigo y ahijado Brutus. Vigila tu sombra, Lehendakari.