Bancos y cajas de ahorro: Sangre y sed.
Las dificultades les sobrevienen, en gran medida, por contagio de una crisis crediticia internacional que ellas no provocaron, pero también se deben a la comisión de errores propios. Financiaron en exceso la ‘economía del ladrillo’, bombeando crédito sobre la oferta (promotores y constructores) y sobre la demanda (hogares e inversores especulativos), sin prever razonablemente los límites de esta actividad inmobiliaria y por ende los riesgos de su negocio. Su entrega al sector inmobiliario fue tal que no dudaron (en especial, los bancos) en acudir al exterior, a los mercados interbancarios mundiales, para obtener en ellos los recursos que no lograban captar dentro, entre los ahorradores y depositantes españoles.
Créditos sangrantes.
Se habla mucho de la sangría que está provocando en los bancos, cajas y cooperativas de crédito el aumento de los créditos impagados, morosos y dudosos, pues, al tener que reponer y reforzar los fondos de provisiones para cubrir estos riesgos, el resultado final, o beneficio, se resiente y mengua. El deterioro de la calidad de los créditos concedidos se está registrando, sobre todo, entre las empresas promotoras y constructoras, que no logran vender sus activos inmobiliarios a precios suficientes para satisfacer la deuda contraída, pero se nota menos, al menos de momento, entre los hogares. Soy de los que piensan que mientras no falle más el mercado de trabajo, ni los tipos de interés reales (tipos nominales menos tasa de inflación) se eleven significativamente, ni se pierda la solidaridad del Gobierno (la fiscalidad favorable en el IRPF y otras medidas), las familias y parejas (sobre todo las que tienen dos fuentes de ingresos laborales), e incluso las personas individuales (jóvenes que han comprado un piso) que cuentan con la solidaridad de sus padres, podrán hacer frente a las cargas financieras, aunque obviamente no sin sacrificios. (¿Por qué no han de sacrificarse?, ¿por qué no han de prescindir de tanto consumo superfluo que se disfraza de necesario por mera moda social?).
Fragilidad del negocio bancario
Menos atención, sin embargo, se está prestando a la fragilidad estructural de las cuentas de balance de las entidades financieras, a la desequilibrada relación entre los créditos en cartera y los recursos captados vía depósitos. Obsérvense los datos, fechados a 31 de diciembre del 2007, que acaba de publicar (en el Boletín Estadístico del mes de marzo) el Banco de España y que reproducimos aquí convenientemente presentados. Destacamos, en particular, las cifras que se refieren al País Vasco.
CRÉDITOS Y DEPÓSITOS DEL SECTOR PRIVADO
(Millones de euros, a 31 de Diciembre del 2007)
En el citado Boletín Estadístico se detallan también los destinos de la cartera de créditos del conjunto de bancos, cajas y cooperativas. Según esta fuente de información, a finales del 2007, el 62 % de esta cartera estaba compuesta de créditos destinados al mercado inmobiliario (un 35% a compra y rehabilitación de viviendas, un 17% a sociedades promotoras y un 10% a empresas constructoras). Sin embargo, diez años antes, este porcentaje era sólo un 41%.
Llegados a este punto, conviene resaltar que las cifras que figuran en el cuadro precedente se refieren sólo a los créditos en cartera, es decir, aquellos que mantienen los bancos, cajas y cooperativas en su balance sin haberlos enajenado a través de las Entidades de Titulización Hipotecaria (ETH) y otras afines. Los ‘bonos de titulización’ en que se han convertido muchos préstamos hipotecarios, y que han sido creados y comercializados por las ETH con el aval (muchas veces) de las propias entidades de crédito enajenantes, representan una parte importante de la financiación total que ha recalado en el mundo inmobiliario, y, junto con el susodicho stock de créditos, constituyen la contrapartida financiera del total de deuda acumulada por los hogares, promotoras, y constructoras. De ahí que el riesgo crediticio de las entidades de crédito no se limita al acervo de créditos que forman parte de su balance sino que se extiende también a compromisos adquiridos ‘fuera de balance’, es decir, a los bonos de titulización avalados por ellas, o creados por ETHs que forman parte consolidada del Grupo bancario.
El caso del País Vasco.
Recientemente en cierta prensa (así, en el diario El País, en su edición del País Vasco del 15 de abril) se ha dicho que la crisis del ladrillo ha llamado también a la puerta de las cajas de ahorro vascas (se señalan la BBK, la Vital y la Kutxa, aunque no otras cajas de ahorro importantes que también operan en el País Vasco) advirtiendo que el porcentaje del crédito total que destinan al mercado inmobiliario es diez puntos porcentuales mayor que la media de las entidades financieras españolas. Sin embargo, esta conclusión hay que aceptarla con cautela, ya que no se precisan las fuentes informativas que la sostienen, ni los guarismos sobre crédito total y crédito hipotecario que se manejan son del todo coherentes con la información suministrada en marzo por el Banco de España.
Lo que parece más claro, a tenor de los datos del Banco de España, es que la ratio créditos/depósitos de todas las cajas que operan en el País Vasco (cuyo valor es 1,14) es sensiblemente menor que la ratio media (1,58) del conjunto de cajas de ahorro en España, mientras que la actividad crediticia de los bancos es relativamente más desbordante (un 1,81 frente a un 1,76).
Sed de liquidez.
Esta desproporción entre créditos y depósitos está provocando una gran sed de liquidez, que es difícil de calmar en las actuales circunstancias financieras internacionales. Como es bien sabido, los plazos de vencimiento de los créditos, en especial, lo
s hipotecarios son mucho mayores que los de los depósitos y los bonos de titulización. De ahí que bancos y cajas, para sostener la financiación crediticia otorgada, deben renovar continuamente, o con cierta frecuencia, los recursos que obtienen vía depósitos y bonos que directamente emiten o avalan. En otras palabras, necesitan fuentes de liquidez suficientes y estables para respaldar sus compromisos crediticios. En el pasado, lo lograron sin mayores dificultades, pero ahora, con la crisis de crédito internacional, el abastecimiento de recursos líquidos se ha enrarecido, angostado y, por lo mismo, encarecido.
No es sorprendente que algunos grandes bancos y cajas estén emitiendo bonos en los mercados internacionales para captar liquidez, con tipos de interés casi tan altos o más que los tipos que cobran por algunos de sus préstamos hipotecarios. Tampoco nos debe extrañar que muchos bancos, cajas y cooperativas, a la caza de depósitos, ofrezcan tipos de interés que remuneran más que el euribor. Y ¿qué decir de esas campañas, aparentemente tan generosas, que están llevando a cabo para conseguir la domiciliación de las nóminas?¡Cómo les aprieta la sed! Sí, sufrido depositante tan cargado de comisiones bancarias, las entidades de crédito están ahora a su merced, dependen de la liquidez que usted les puede ofrecer. Hágase, pues, querer. Y mucho.
Termino. En los tiempos que corren, el negocio de las entidades de crédito españolas, y vascas (of course), está sufriendo bajo la presión de una gran pinza: por un lado, les ataca la sed de liquidez; y por otro, les muerde la morosidad crediticia. Se estrechan sus márgenes financieros y sangran sus beneficios. Les deseo buena suerte, cómo no, aunque no a costa de la sociedad y del erario público. Que sólo sufra su lucro.