Crisis financiera y teoría de las cucarachas

—- La teoría de las cucarachas dice que, allí donde asoma una, hay más y más escondidas que terminan descubriéndose como plaga. Algunos conjeturan que algo de esto puede estar sucediendo hoy en día entre nosotros, en Europa y en España, a raíz de la crisis hipotecaria originada allende nuestras fronteras, en Estados Unidos de América, y que se ha contagiado al resto del mundo a través de los mercados financieros internacionales. Las primeras cucarachas podrían haber asomado ya en forma de fondos de inversión (FIMs) que no pueden hacer frente al reembolso de las participaciones por tener su patrimonio contaminado con activos depreciados, debido a que están respaldados con créditos hipotecarios de baja calidad o alto riesgo (subprime, es el término anglosajón), muchos de los cuales son ya fallidos o tan morosos que están a punto de serlo. El primer brote de FIMs con dificultades asomó en Alemania hace dos semanas, el segundo en Francia la semana pasada, y esta semana algunas cucarachas han enseñado sus patitas también en España (una docena de entidades con leve infección, según dicen).

Como era de esperar, los atildados banqueros de nuestro país, y nuestro sonrosado Gobierno, ya nos han dicho que no hay cucarachas en el mercado hipotecarios español, que los préstamos vinculados a la construcción y adquisición de viviendas fueron, han sido y son concedidos con decoro suficiente y que por ende irradian salud, tal como sugieren también los índices de impago y morosidad. Y por añadidura, elogian la solvencia del conjunto del sistema financiero español, recomendándonos confianza. Es su obligación, entre otras razones, porque de nuestra buena fe viven.

Aunque no merezcan nuestra fiducia, me temo que no tenemos otra salida que dársela, rindiéndonos ante los imperativos de la compleja economía de mercado y la escurridiza democracia. No podemos ya vivir sin bancos y sin sistema financiero, a pesar de su temible opacidad, como no podemos prescindir de los políticos ni de los partidos políticos, pese a su burlesca representatividad. Condenados a confiar, quizás nos convenga fiarnos lo menos posible dentro de lo inevitable.

Categories: Reflexión

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