Honor a Eduardo Traver

Honor a Eduardo Traver

El 22 de Noviembre el Colegio de Farmacéuticos de Bizkaia (COFBi) concedió a Eduardo Traver Nicolau, farmacéutico de Bedia, la “Distinción de Honor 2018” por su «destacada trayectoria en favor de las personas más necesitadas, tanto en Bizkaia como en otras partes del mundo». Con este reconocimiento sus colegas también se distinguieron honorablemente.

Cuando ese día por la mañana, leyendo la prensa, me enteré de esta distinción, exclamé jubiloso: ¡Por fin!. Y es que para mí, como para muchos otros que conocen su trayectoria solidaria, Eduardo era desde hace ya muchos años “ohorezko gizona”, como se dice en euskera, o “molt honorable”, en lengua valenciana. Por si alguien no lo sabe, este hombre de honor nació y creció en Castellón, aunque, tras lograr su licenciatura en farmacia, se asentó en Bizkaia donde ejerce su profesión y vive con su familia (Arantxa, su mujer y Aitziber, su hija).

No voy a narrar las actividades humanitarias que jalonan su ya extenso currículo ni los proyectos que mantiene en curso, porque nadie mejor que él para contarlo; y lo hace en este video difundido por el COFBi el día de su homenaje. Solo añadir que su relato, al ser un resumen, no da cuenta de todas sus aportaciones; por ejemplo, no menciona su viaje a Bolivia ni su colaboración con la Federación de Niños del Mundo en ayudas a ese país.

Eduardo tampoco habla en este documental de cómo actúa en el campo de la solidaridad, en parte por una cuestión de pudor. Así que trataré de cubrir esta falta, aun a riesgo de tener que pedirle perdón si algo de lo que voy a decir llega a incomodarle. En mi opinión, su forma de proceder es la propia de un activista, pero no de pancartas y soflamas, no la de un bullicioso agitador, sino de alguien que, agitado en su conciencia ante situaciones de miseria, prefiere el pragmatismo a la ideología, el compromiso real a la militancia vana, la acción al sermón, actuando con discreción y eficacia. Eduardo es un activista humanitario cumplidor, de esos que la sabiduría popular canoniza con el refrán «obras son amores y no buenas razones».

Su compromiso le ha supuesto generosos sacrificios en tiempo, esfuerzo y dinero, de los que poco habla y que, por respeto, tampoco yo voy a detallar. La discreción, como he dicho, es una de sus reglas. Y quizás por eso siempre ha sido renuente a airear en las redes sociales sus viajes y actividades. Que yo sepa, Eduardo no tiene web ni blog donde comentar sus experiencias. Su presencia en internet se ha limitado, hasta ahora, a meras apariciones en fotos publicadas por personas colaboradoras. El documental del COFBi es su primer asomo protagonista. Y creo que lo ha hecho obligado por las circunstancias (su homenaje) y, de paso, para recabar donativos que le ayuden a seguir con sus proyectos. Respecto a esto último, he de decir que me consta su eficacia en el control de gastos y la rendición de cuentas. Satisface comprobar que casi todo, por no decir todo, lo que uno dona llega a su destino.

Otro rasgo de su trayectoria es la diversidad de países que se han beneficiado de su generosidad (Asentamiento saharaui en Tinduf-Argelia, Perú, La India, Senegal, Gambia, Bolivia, Angola, Guinea-Bissau). Teniendo en cuenta que también la ha practicado entre nosotros (en Bizkaia), se puede decir que casi ha abrazado al mundo entero, pues solo Oceanía es el continente que ha quedado fuera de su alcance. Uso la metáfora del abrazo, porque Eduardo se distingue por su afición a enrollarse con la gente nativa, interesarse por su cultura, curiosear entre sus costumbres, probar a vivir como ellos…, algo así como hacerse nativo con los nativos (saharaui con los saharauis, peruano con los peruanos, indio con los indios, angolano con los angolanos etc). Admirable propensión esta, la de tender a ser “uno y todos”. ¿Hay mejor ideal para un ser humano, nazca donde nazca?. Si se me permite crear un neologismo para esta utopía, la llamaré “panantropía”. Se la dedico a nuestro homenajeado.

Felicito a Eduardo por ser panántropo en tiempos en que se advierten tendencias contrarias: personas que se regodean y enquistan en una identidad cerrada, grupos y partidos políticos que porfían por construir sociedades excluyentes, Estados que pretenden levantar muros y fronteras. Qué mutilada puede quedar la Humanidad si se recortan los abrazos en ambas direcciones, en darlos y en recibirlos. ¡Qué recortes más crueles!. Afortunadamente siempre nos quedarán también personas como Eduardo.

 

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Eduardo haciéndose niño con niños de Kuito, Angola.

 

Categories: Reflexión

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